El relato de esta noche se titula EL PERRO PARTE 1. Todo
comenzó una noche que recibí el inbox de un chico que me decía que quería
conocerme y contratarme pero él es pasivo. Yo pensé muy bien... Me lo aviento.
Quedamos de vernos un domingo por la tarde después de mi
antiguo trabajo. Llegó el domingo y quedamos de vernos detrás de Soriana. Iba
yo camindo con mucha delicadesa al punto acordado mientras él venía hacia donde
estaba yo en su hermoso auto color plata, le dije: -Hola- seguí, -mucho gusto-,
y me respondió -el gusto es mío- prosiguió, -me llamo Paco-. -Serenia-,
contesté.
Me dio una gran impresión al verlo, no era como yo esperaba,
pero me gustó la música que escuchaba, no la recuerdo, pero me gustaba...
Conversamos unas cuantas cosas y él dijo -vamos a una sexshop a comprar unos
juguetes y tu lencería, ama-. Dimos varias vueltas en el auto hasta llegar a la
sexshop que está en Monterrey. Bajamos del auto, entramos a la tienda, él
empezó a escoger varias cosas; recuerdo algunas de esas cosas: un par de medias
ligueros, un bra, una tanga, unos anillos, otras cosas (no recuerdo), y el látigo,
¡Mi látigo de ama!
Cogimos las cosas y nos fuimos al auto, él dijo: -vamos a un
hotel-. Vimos uno de 150, pero como tengo mucho sueño me saltaré a la parte
importante. Ya estando en el hotel Dali de la Carretera Nacional (super lindo
lugar). Sacamos nuetras cosas... Yo traía puesto medias negras con ligueros, un
top negro, guantes negros, un látigo. Él llevaba un boxer negro, una máscara
negra que, de hecho, me pidió que lo amarrara y me lo cogiera amarrado... Lo
golpeaba con el látigo mientras él me gritaba -¡Ama!-, continuó, -me gusta
mucho me encanta-; y me encantaba como me reflejaba en el espejo, cómo me lo
cogía intensa y salvajemente...
Cambiados de posición, él me la empezó a mamar tan rico que
mis ojos se tornaban blancos, y luego, me empinó, empezó a chupar mis nalgas y
todo mi ano tan rico que duró mucho tiempo así mientras yo me calentaba más y
más como no tienen idea... Mis 20 centímetros parecían 25 por la manera en que
él me lo hacía, provocándome el mayor de los éxtasis. -Pero qué perro- dije,
entonces me empecé a venir en su boca, tan rico, que no aguantaba; era una
sensacion extraña que ya me había pasado antes pero nunca como la que viví con
el perro y terminé viniéndome en su boca. Él se lo tragó y me sonrió, -eres una
muy buena perra- le dije, y nos levantamos, nos tomamos unas cuantas fotos y
nos largamos.
Esa fue mi primera experiencia de ama con un sumiso como el
perro que, por cierto, le dejé las espalda, los brazos y las nalgas marcadas
con el latigo.
CONTINUARÁ...