Total, ¿qué tenía que perder? Dos tipos de buen ver, el mal
encarado. Ahora cambio de rol, se sienta en un sillón, y el amigo se quita la
camisa; para eso el cuarto oscuro estaba a poca luz. Al mover las cortinas
entraba un poco de luz mercurial, además de las que se dispersaban al abrir y
cerrar la puerta; podías medio entre ver, la gente que estaba en el mismo lugar,
unos haciendo sándwich, otros un 69, otros haciendo trenecito, otros dando beso
negro y de todos colores, otros más de mirones, otros ahogándose de tanta reata
en el hocico, y los más discretos gimiendo entre dientes.
Había casa llena, y me pregunté a mi misma: "¿qué más
puede pasar?" No pasa de un buen rato, y más que sería por placer, que de
esos ratos son escasos, cuando una es profesional, no te puedes dar el lujo de
actuar como una campirana quinceañera, pensándote virgen hasta el matrimonio, esperando
el príncipe azul en un cuento de hadas... Me senté en las piernas del malandro
y nos empezamos a besar, besos intensos, lengua con lengua, se inclina un poco
el amigo y nos empezamos a manosear los tres en un beso caliente, el otro se
quita la camisa y empezamos a besarle el cuello, hasta llegar a las tetillas y
chuparlas, terminando por morderlas. Me calenté tanto que no me di cuenta,
sentada en las piernas de uno y el otro por detrás ya me había quitado la
blusa, me tenían en braha y bajándome las medias el de adelante, el otro
replegaba su miembro con mis caderas; me empezó a meter mano en la entrepierna,
sentía que me moría, me empieza a masturbar lentamente; el tipo que tenía de
frente me termina de bajar la tanga, yo con las manos hacia atrás desabrochando
el pantalón del otro, sobándole el bulto que crecía más y más... se termina de
sacar la herramienta de una vez y me empieza a rozar el culo con su miembro de
arriba hacia abajo. El tipo que tenía enfrente se inclina y me empieza a hacer
sexo oral, me daba pequeñas mordidas y se atragantaba hasta el fondo mi pequeño
juguetito, se lo dejaba en la garganta y movía la boca de lado a lado, me
estiraba el cuerito y recorría mis 20 cm de placer; el que estaba atrás se
inclina también, me abre de piernas, empieza a dar una mamada de culo, tenía
uno delante y otro atrás, quería cambiar el papel en ese momento tener dos
vergas en el hocico, para después siguieran avanzando , me penetraran a la
misma vez, y me rompieran el culo por partida doble.
Lo único que sabía en ese momento es que quería más, no me
di cuenta, cuando reaccioné estaba completamente encuerada, los dos tipos se
levantan y entendí el mensaje. Los empecé a masturbar a los dos, nos seguimos
besando, me senté en el sillón, los tomé de la verga, hacia mí, ellos besándose
y yo me las metí por partida doble, sentía que me ahogaba, mientras una me
llegaba a la garganta la otra se quedaba a la mitad, los empecé a dediar, les
metía el dedo y parecía excitarlos más, estaban por demás, calientes; y, me
dice el malandro: -te va a doler como nunca, ¡pero te vas a morir contenta!-.
Sólo me límite a decir: -no hables papi, a lo que vinimos no perdamos más
tiempo, háganme pedazos-. Sacaron los condones, me ofrecí a ponérselos yo
misma, poco a poco con la boca, los deslicé uno a uno con la lengua. Acosté a
uno boca arriba y yo encima lista para perder la virginidad que nunca tuve por
partida doble, el otro por detrás lubricándome con saliva para que entraran en
combo donde me las empiezo a acomodar para que no me lastimaran esas dos cosas
grandes y jugosas.
Se detuvo la música, y se escucha al fondo que se desalojará
el lugar por motivos de seguridad, y que habría una revisión de rutina, se
empezaron a vestir todos como pudieron en el dichoso cuarto y salían a
empujones, yo empecé a buscar mi ropa, encontré todo menos la tanga. Esperé que
la gente avanzara, empecé a vestirme, cuando me doy cuenta los dos tipos ya no
estaban junto a mí, y ¡oh sorpresa!, no estaba mi bolso... ¿qué podía hacer?
Empecé a caminar hacia la salida cuidándome que no se me moviera aquello, no
tenía dinero, celular, las llaves de mi depa, ¡¿que podía hacer?! Estaban
revisando uno por uno, viendo q nadie trajera nada fuera de lo normal, sólo me
revisaron por encima del vestido; al cruzar la puerta pensé que ya la había
librado pero no, me dice uno de los policías: -te vamos a llevar, te ves algo
sospechosa, andas muy alcoholizada y traes las rodillas sucias, y pareces
drogada-. Me volteo a ver al espejo y el vestido lleno de mecos, parecía que
habían limpiado con él, y de la prisa ni me di cuenta, ya me hacía a primera
hora de la mañana en el periódico local en primer página, oh bien en el
noticiero de la mañana, donde inventan su nota, a criterio del rating, me
esposaron y me suben a un carro, no sabía qué hacer, no tenía dinero en ese
momento, a quién le hablaba para pagar una fianza, no me sabía algún número de
memoria, me ficharían con algún cargo, ¿qué diría mi familia?, eran
sentimientos encontrados, y más que ya no estaba la Raquenel para defender a
una inocente como yo, y pensé: "ahora sé lo que sintió la Trevi". Me
llevaron por media ciudad toda la noche dando vueltas, se me cerraban los ojos,
¡no podía más!, sucia, cansada, ultrajada, robada, ya estaba amaneciendo, no
podía terminar así.
A pesar de todo eso término por ser una noche inolvidable,
quitando las cosas malas, les terminaré de contar qué pasó en el mes próximo,
¿quién pagó mi fianza? ¿qué pasó después?, pero eso será otro día...
Atte. Memorias de una Profesional...