Seguía dando vueltas el carro donde me llevaban esposada, ya para amanecer, muy cansada y desvelada. Me preguntan los agentes: -¿cuánto trae en efectivo? Y podemos hacer una excepicón. La dejaríamos ir por una módica cantidad, o bien puede pasar todo el fin de semana encerrada hasta el lunes, y se le acusaría de prostitución en vía pública y faltas a la moral-. -¿Ustedes creen que si tuviera dinero desde un inicio no les hubiera ofrecido lo que trajera para irme y no llegar al amanecer en esta situación?
-, respondí. Me contesta uno de ellos: -entonces, ¿cómo nos
arreglamos?-. Yo muy segura les digo: -¿pues que tienen en mente?-. Me dice uno
de ellos: -pues danos unas mamadas, te cogemos como la puta que eres, y te vas
a la chingada, dicen que dan buenas manadas, pero si no, hasta la macana te
vamos a meter, por pinche zorra desviada. Me callé, no sabía qué responder, me
moría de nervios, y pensé gritar pero a esa hora quién me iba a escuchar, y
hasta me podrían dejar muerta en alguna calle o lo peor irme a aventar a una
noria, ahogarme en la presa de la boca... Me quedé paralizada y avanzaron hacia
una calle poco transitada, se bajó uno de los policías y se sube al asiento
trasero, me empieza a manosear, y se saca el miembro para que se lo chupe, me
toma de las greñas y me dice: -inclínate pinche perra-, y yo dura de los
nervios; el otro estaba de mirón y vigilando que no pasara nadie, me empieza a
manosear y me sube el vestido tocándome la entrepierna, y me dice: -si no es
por las buenas será por las malas, me baja la parte de arriba del vestido y me
empieza a morder las tetillas. Yo empecé a forcejear porque me estaba
lastimando, sentía que me iba a arrancar una chichi, me quería encuerar ahí
mismo, y dice el otro: -¡déjame algo cabrón!, ya me calentaron, ya traigo duro
este pedo-, donde se baja e intenta subirse, le doy un chingando en la cabeza
en la nariz a uno, y al otro que abre la puerta, un taconazo en los güevos. Me
bajé como pude, esposada y mordisqueada, sentí que le perforé un güevo y el
otro dice: -te va a llevar la verga pinche zorra desviada-. Seguí corriendo y
les grité: -ya vi las placas hijos de la chingada-.
Corrí y corrí sin rumbo, no sabía a donde ir, para mi mala
suerte empezó a llover; mojada, adolorida y sin una tapa en un tacón. Traía
además el golpe del madrazo en la cabeza. Seguí caminando pero aún estaba lejos
de mi departamento y asustada, ya eran casi las 6hs., empezaba a pasar poca
gente, y yo en esas fachas, esposada, la verdad daba mal aspecto. Seguí
caminando, a lo lejos escuché un carro, empezó a pitar, se iba acercando, se
detuvo a mi lado, dudé en abrir la puerta, en eso baja la ventana y me dice:
-sube, te llevo a tu casa-. ¡Dios mío! Era el taxista que horas antes me había
dejado en el dichoso antro, -no- le respondí, -mira mi facha, te mojaré el
carro, no traigo dinero, estoy esposada- seguí, -súbete, eso es lo de menos, me
pagas llegando a tu casa- asintió, -además no llegarás con esta lluvia-. -No
traigo las llaves- proseguí, -me robaron la bolsa, me ultrajaron un par de
policías, fue una noche muy estresante, lo único bueno de eso, fue encontrarte
en la noche y mírame, otra vez, apareciste de la nada-; a lo que de casualidad
menciona: -fui a entregar el taxi hace un rato, ya es un poco temprano ya iba a
mi casa, y de milagro te encontré de nuevo-.
Seguimos hablando un poco más, llegamos a mi departamento y
pues no tenía llaves, tenía un juego en mi recámara. Acto seguido se bajó del
carro, se trepó a una barda y de ahí a mi balcón, ¡gracias a Dios estaba
abierto!, le dije dónde exactamente estaban las llaves, batalló un poco porque
no había luz, ni conocía el lugar, ni cuál llave era del portón y la de mi
departamento. Me las avienta y al fin entro, busco unas pinzas, para cortar las
esposas, no salían, me puse un poco de crema y fue como salieron. Prendí unas
velas porque no veía nada, al menos alumbré la sala y la luz de las ventanas
empezaba a entrar, le doy una toalla para que se seque estábamos muy mojados,
me fui a cambiar, me pongo un mini short y una blusita, se empezó a secar con
la toalla pero estaba aún muy mojado, quítate la ropa para secarla y no pesques
una gripa- le dije, -no hay problema, así estoy bien- respondió, y bueno pues
como me dijo que iba hacia el otro lado de la ciudad pues mínimo 40 minutos manejando
pues estaría un poco incómodo no lo podía dejar así le pedí de nuevo la ropa
para secarla, no tenía algo de su talla, se quita la camisa frente a mi (pensé
que pasaría al baño), se desabrochó el cinturón, se abrió el botón del
pantalón, se bajó el cierre poco a poco, se sentó en mi sillón y se quitó los
zapatos, se sacó los calcetines, se levantó de nuevo frente a mí, se bajó el
pantalón pisándolo poco a poco, mirándome de frente a poca luz, estaba frente a
mí, su bóxer muy ajustado además de abultado,tenía una erección o de plano,
estaba muy dotado, unas piernas muy firmes y de mucho volumen, que podía decir
de brazos y pecho marcado y musculoso, se veía mejor sin ropa, se enredó la
toalla y se quitó el bóxer (le quedaba arriba de la rodilla un poco chica por
la estatura y la musculatura), aparte de guapo, varonil, ¿que más podía pedir?
Tomo la ropa y la llevo a la secadora, y él un poco penoso, me siento a su
lado, para hacer la espera menos larga, le agradecí nuevamente, le terminé de
contar mi trágica noche, y bueno, le ofrecí una cerveza para relajarnos. -Este
fue mi último día como taxista- me dijo, -soy arquitecto pero pues la falta de
trabajo me había orillado a trabajar en eso por necesidad y sacar mi título,
hace cuatro años terminé la licenciatura, soy egresado de la UANL, y por muchas
cosas apenas terminé de tramitar el título- siguió. -Me llamo Eduardo, y tengo
26 años, vivo con mis hermanos y no tengo papás, y hasta hace pocos meses me
hice cargo de ellos, me gusta el fútbol y hago algo de ejercicio. Tengo novia
en el D.F., ella estudió también en Monterrey pero se regresó y estamos a punto
de casarnos-.
Ya entrados un poco más en la plática y en el alcohol, le
platiqué un poco más de mí, le comenté cómo había llegado a esta situación, mis
pocos amoríos, y pues un poco más de mi trabajo, lo noté un poco interesado en
la plática y me dice: -y a tí, ¿cómo te gustan los hombres?-, -Pues me gustan
caballerosos, si son guapos, bien, y si no, pues también sólo que tengan tema
de conversación, si tienen cuerpo, mejor, y si no, pues que me sepan tratar, no
soy tan exigente, y a ti, ¿cómo te gustan las mujeres?-respondí. -Pues me
gustan de cabello largo, ojos grandes, cuerpo definido, que sepan lo que
quieren, decididas, es lo principal-prosiguió, -pues no eres tan exigente, y en
la cama, ¿cómo te gustan?-seguí, se puso un poco rojo y me dice: -¿que cómo me
gustan?, pues me gustan muy calientes, y que sepan dar buen sexo oral, que no
se asusten con nada, y les gusté improvisar, he tenido poco sexo porque mi
novia es un poco conservadora, y ya llevamos 5 años de novios, y sí he tenido
algo con alguien más pero pues, nada extraordinario, sólo algo pasable, pero
bueno... a tí, ¿cómo te gustan en el sexo?-respondió. -Me gusta dominar, que me
dominen, que me hagan el amor besándome, que no se asusten por nada, me gusta
hacer mucho el sexo oral, y más si es un miembro grande, mejor- asentí. Noté
que se trataba de tapar con la mano la toalla... tenía una erección más grande,
ya teníamos unas cuatro cervezas encima: -¿nunca has estado con alguien como
yo?- pregunté. -Nunca, nunca me ha pasado, pero me siento raro- respondió,
-¿raro cómo? ¿que te estás tapando la toalla? Puedes probar sin compromiso y
compruebas si te gusta y si no, no pasa nada...- seguí, -le echamos la culpa al
alcohol, y nadie supo nada-. Me miró a los ojos, lentamente se acercó, me dio
un beso riquísimo y largo, recorrió mi cuello y su barba a medio salir, me
picaba riquísimo. Me empecé a prender, lo recargué en el sillón , y me subí
arriba de él, me quitó la blusa y me empezó a besar los pechos, yo le tomé con
las manos la cabeza y lo empujé más a mis pechos, le tomé de las manos y se las
puse atrás de la nuca dobladas, sentada arriba me remolineaba para que
sutilmente se deslizara la toalla completamente, y sentir completamente ese
miembro entre mis caderas, le empecé a frotar las tetillas y él me siguió
acariciando lentamente, besándome de una forma tan rica...
Ya más prendidos suena un teléfono tirado en el suelo, y
¡órale que se termina el cachondeo! Tomó el celular, era su novia,
preguntándole dónde estaba que ya ni estaba en la base, y que no estaba en su
casa, él solo le respondió: -vine a tomar un trago, te marco en la tarde que me
levante-, colgó la llamada, pensé que continuaríamos, se le bajaron los ánimos,
me pidió la ropa, se cambió muy a prisa, sólo me dijo: -pasé muy agradable el
rato, pero me tengo que ir-. Le abrí la puerta y se fue deprisa... No entendí
exactamente lo que pasó en ese momento, les contaré el final de todo esto, en
confesiones de una profesional, donde todo no es lo que parece.
Saludos.