Una noche como cualquiera otra, tipo nueve de la noche me
metí a bañar, como cualquier otro día; sabía que tenía que trabajar, pero
estaba algo indispuesta, el teléfono no dejaba de sonar, cliente tras cliente,
pidiendo información en cuanto al servicio, qué incluía, en qué zonas me movía,
qué rol tomaba. Total para no hacer el cuento tan largo, salí del baño, estaba
indecisa en cuanto a lo que me pondría esa noche. Tomé mi lencería más provocativa,
un vestido rojo, mis zapatillas, me arreglé de tal forma de pies a cabeza, que
hasta yo misma al verme en el espejo me excité de verme tan "hot";
una mezcla entre inocencia y colegiala ardiente...
Pasó el tiempo de tal forma que cuando menos espere eran
pasadas de las once, me disponía a tomar un taxi a la siguiente cuadra de mi
depa, no pasaba ninguno, seguía caminando con la luz de la luna, no me dio
miedo, de todos modos no era la primer vez que caminaba por esa zona. Calles
más adelante me disponía a esperar un taxi, o bueno, porqué no... también un
posible cliente.
Ya era tarde y no llegaría a la cita pactada, sentía que me
seguían, aceleré el paso, y ¡bendito Dios!, por arte de magia, de la nada
apareció un dichoso taxi, me subí, llena de nervios y no sabía que rumbo tomar;
el taxista me habló una y otra vez hasta que reaccioné y le mencioné que me
llevara a "x" antro, total que ya no tenía plan alguno. Se me hacía
raro que mi celular no sonara, y bueno, pensé haberlo olvidado. Revisando mi
bolsa y nada, el celular no tenía batería, y me dije: "arreglada, sábado
por la noche, ¿cuánto tiempo tengo que ni me doy un día de descanso y me tomo
la noche libre? No todo es trabajo". Ya un poco más tranquila, me relajé,
tomé aire, me retoqué el maquillaje, y me dispuse a ligar esa noche, como toda
una diosa, y bueno, sabía que con mis encantos más de media docena estarían a
mis pies, el taxista intenta hacerme platica pero yo un poco grosera y
distraída cortaba la plática de tajo , llegando al lugar, me disponía a pagar y
el muy amable taxista me dice: -no es nada, esta noche las chicas guapas no
pagan y menos las de vestido rojo-. Ya más tranquila le puse más atención
dándole las gracias, le conté lo que me había pasado, que en varias calles no
había ni una alma, y bueno le pedí disculpas por la actitud que había tomado
anteriormente, además porqué no, no me haré tonta, era un hombre entre 25 y 30
años piel blanca, barba a media cara, guapo y una voz muy sensual, por no decir
que unos labios, dignos de probarlos, y comérselos a besos, rojos,grandes, y de
sonrisa espectacular...
-¿Frecuenta este bar?- preguntó-
-Rara vez, respondí, -es solo que esta noche no tenía plan
alguno- seguí, -no tengo con quien entrar, le invito una copa, para
agradecerle, o le molesta la gente gay o de preferencias diferentes.
-Descuide, no soy homofóbico, respondió amablemente, -le
aceptaría la invitación con mucho gusto en otra ocasión, pero en este momento
tengo que seguir trabajando, es mi última noche de taxista, ya que tengo otros
planes en mente.
Para no verme más rogona y no perder el poco glamour que me
quedaba, le di mi tarjeta, me despedí amablemente y bueno, me imaginé que al
saber lo que era y en qué trabajaba, no me llamaría, no me hice muchas
ilusiones y entré al dichoso bar, un poco rara por tantas emociones encontradas
y más porque una en este oficio tiene que tener corazón de piedra, aunque
algunas veces nos traiciona y tiene sus cinco minutos de flacidez.
Entré como toda una profesional, llego a la barra viendo que
había de ganado, y obvio, una mirada coqueta, otra y otra... Se acerca un tipo
de muy buen ver y me dice directamente: -¿Cuánto cobra por unas mamadas?-, a lo
que me quedo en silencio unos segundos y le digo: -¡papi!, con ese físico y esa
cara, no tendría que pagar por eso, te las daría gratis, pero no todo se compra
con el dinero, esta noche es mi noche libre, no me percino con tu comentario,
pero esta fuera de lugar, hay que saber cómo llegarle a una dama y más, a una
que sabe complacer de mil maneras-, le rocé la entepierna con mi cadera, me di
media vuelta, caminé a media pista y lo dejé solo.
Ya en plena pista, empecé a bailar como hace mucho tiempo no
lo hacía, igual no necesitaba de un hombre para esa noche sentirme deseada.
Pasando un rato, caminé directamente al baño, y entrando a él dos tipos en
plenos lavabos metiendo mana a diestra y siniestra, no voy a negar que la carne
es débil, y una profesional como yo, tenía que comportarse a la altura, sólo
hice lo que tenía que hacer, me lavé las manos y uno de ellos se baja a dar
placer al otro, mamaba como un profesional, tenía aspecto malo, y el otro de
buen ver, no gordo no flaco, pero con una verga parada y rosita yo viendo una
porno en primera fila, medio cachonda, les digo: -aquí va a entrar un guardia,
mejor váyanse al cuarto oscuro- (ya se imaginarán de que antro estoy hablando),
a lo que uno me dice: -ni sé dónde está, es la primera vez que venimos-, y una
como buena samaritana pues se dispone a llevarlos; bajamos las escaleras ,
caminásemos el siguiente pasillo en el piso de abajo, entraron al mencionado
lugar, y yo, con un poco de excitación con ganas de sexo por placer y no por
dinero, sabía a lo que iba también, me hice la ingenua, les digo que en un rato
más los veía, -quédese un momento- me dijo uno de los hombres, -la va a pasar
muy bien con los dos-. Me toma la mano y bueno, que más podía hacer. "¿Me
voy o me quedo?", me cuestioné, pero bueno, otro día les sigo contando qué
pasó esa noche inolvidable...